Los niños y la meditación

Los niños y la meditación





"Si le enseñáramos meditación a cada niño de ocho años, eliminaríamos la violencia en sólo una generación." 
Dalai Lama.

La meditación es una herramienta muy poderosa y seguro que, si la incluimos como parte de las enseñanzas a los niños, estaremos formando adultos mucho más despiertos y conscientes. De hecho, ya se ha demostrado que, enseñar meditación en las escuelas genera un mejor comportamiento conforme el niño va creciendo.
Meditar puede ayudar a que los niños perciban su valor propio y su fuerza, debido a que es una actividad que proviene de adentro y que únicamente les pertenece a ellos. 

Para tener éxito en la meditación infantil, debemos procurar que la práctica sea divertida, no sea forzada ni se convierta en una obligación, debe ser una actividad que el niño disfrute y en la que toda la familia participe. Lo anterior se recomienda, ya que muchos adultos se sienten desconectados de las lecciones espirituales y/o religiosas que sus padres trataron de inculcarles de pequeños y hasta desarrollan cierta aversión, debido a la moralidad estricta o presión que se ejercía sobre ellos para llevarlas a cabo. Justo eso es lo que tratamos de evitar cumpliendo los puntos recomendados.

No hay una edad para comenzar a meditar, aunque se recomienda hacerlo alrededor de los seis años, sin embargo, cada padre sabrá cuando es el momento adecuado para su pequeñín.

Lo que debemos evitar
La meditación debe ser una actividad libre y gratificante. Lo peor que podrías hacer es crear acciones que hagan que los niños perciban la meditación como una forma de controlarlos, obligarlos a calmarse o una fórmula para que se porten bien.


En otras palabras, no hagas que la meditación sea equivalente a un castigo. No es un tiempo fuera ni una forma de aislar o calmar al niño. Un niño que corre o se porta mal necesita una plática o algún otro tipo de correctivo; la meditación no lo es.

Técnica para meditar con niños
 
La forma más sencilla es sentarse en silencio con los ojos cerrados y pedir al niño que observe su respiración, mientras la familia entera hace la misma práctica. Esto no debe hacerse más de 5 a 10 minutos. Además, los niños deben saber que si en cualquier momento dejan de disfrutarlo, son libres de levantarse e irse a jugar; eso sí, respetando la práctica del resto, quienes deben continuar con su meditación por el tiempo habitual.

Cuando el niño percibe la libertad de elegir, asociará la meditación con algo que puede controlar y el mayor beneficio llegará cuando los niños observen cambios reales por sí mismos. Descubrirán que se sienten más tranquilos, centrados, menos angustiados y propensos a portarse mal. Los padres pueden ayudarles a darse cuenta, señalando delicadamente los cambios positivos, pero siempre deberán hacerlo con cuidado de no inmiscuirse y con el mayor respeto posible. La vida interior es privada, no importa la edad y percatarse de los cambios internos tal vez no sea algo que ocurra de manera consistente sino hasta después de los 12 años.

De hecho, es a mediados o finales de la adolescencia que los cambios más importantes empezarán a notarse más claramente, ya que es en esta época en la que descubrimos por nosotros mismos quiénes somos.

Y lo mas importante: predica con el ejemplo. Si tus niños perciben que tu eres feliz con la meditación y te observan hacerlo constantemente, seguramente se sentirán atraídos a hacerlo. Así que lo mejor que puedes hacer es practicar, aquello que quieres inculcar ;)


Victor Roude





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